Lucas Cranach

Lucas Cranach participó con otros tres grandes –Durero, Grünewald y Holbein- en la corta y gloriosa época de la pintura alemana del siglo XVI, época que terminó con la experiencia artística y personal del autor, ya desaparecidos los otros pintores, y que naufragó en la sangre y en las guerras de religión junto a la breve ilusión del Renacimiento alemán.

Cranach nació en 1472 en Kronach (Alta Franconia) y murió en 1553. Así pues, la vida de Cranach engloba más de ochenta años de historia colectiva y política, tras los que la situación cultural, espiritual y moral del pueblo entero cambió para siempre de un modo totalmente radical. Las imágenes de Cranach, forman parte de la historia europea, sin embargo, aunque su arte dé fiel testimonio de tantos acontecimientos trágicos, casi no sobresale la vida de Cranach, de quien paradójicamente sabemos muy poco sobre sus ocupaciones y sus numerosas obras.

Su obra posee influencias indudables de Durero y de Grünewald y, en cierto modo, anticipa la posterior escuela del Danubio, que tuvo su máximo exponente en Albrecht Altdorfer. Trabajo en Viena a comienzos del siglo XVI  y después se trasladó a Wittenberg para trabajar para el elector de Sajonia. Su posición y aprecio durante esos años eran muy altos, y la gama de temas que trataba era muy amplia: la Biblia y las leyendas hagiográficas, la mitología clásica y las alegorías del siglo XVI; los acontecimientos y los personajes de su tiempo le aportaron los temas para sus pinturas.

Crucifixión. 1503, 138×99 cm. Munich, Alte Pinakothek.

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En esta pintura Cranach consigue resultados de alta expresividad y tremenda poesía mediante la originalidad de la composición, disponiendo asimétricamente las tres cruces con Cristo en primer plano a la derecha, visto de costado, y en el extremo izquierdo los dos ladrones, uno de los cuales cortado por un encuadre de escorzo, casi cinematográfico.

También le da un nuevo sentido al paisaje, que ya no es solo un fondo, sino que participa del acontecimiento, como expresión de un estado de ánimo. La naturaleza, con las rocas, árboles y las montañas, se convierte en la prolongación de la muerte de Jesús. Las nubes se concentran, amenazadoras y oscuras, detrás del crucifijo, enmarcando trágicamente la figura de Cristo. Cabe destacar el realismo de la escena, con los cuerpos de los crucificados perfectamente construidos anatómicamente, regados por la sangre que resbala por las hendiduras y los nudos de la madera de las cruces.

Dr. Johannes Cuspinianus. 1502-1503. Tabla, 59×45 cm. Winterthur, Museum.

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El profesor de derecho Cuspinianus fue retratado por Cranach en el esplendor de su juventud y del reconocimiento de su valía, envuelto en un abrigo de piel, las manos sobre un libro y la mirada hacia arriba; todo un testimonio de afecto y de simpatía humana, manifestado en la cercanía y en la frescura de la imagen, resaltada por un paisaje sonriente que rodea al protagonista y le sirve de fondo y también de comentario, autentico interprete del estado de ánimo del personaje retratado.

Este retrato nos recuerda a los grandes retratos de Holbein, enriquecido por la presencia y el significado de un paisaje que le confiere una mayor amplitud. Esta obra, junto al retrato de Stephan Reuss, constituye por otra parte el primer éxito de Cranach y determina su pertenencia al ambiente de culto de la Universidad de Viena.

Venus en un paisaje. 1529. Tabla, 53×26 cm. París, Musée du Louvre.

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La Venus avanza como una aparición etérea, con el talle arqueado, la cabeza reclinada sobre el hombro y el perfil del desnudo enmarcado hasta las caderas por los cabellos, y parece llegar de la luz para sumergirse en la sombra del bosque; la actitud, el paso lento, todo contribuye a crear un ambiente mundano de provocación.

Cranach pintaba este tipo de figuras al aire libre, sumidas en el ambiente un tanto misterioso de prados y bosques, acentuando su sensualidad  y el carácter de aparición, sin todavía conseguir liberarse de un cierto manierismo. Son representaciones de cuerpos un poco rígidos y desproporcionados, maliciosos e irreales, un ideal de belleza a la vez cristiano y pagano, que es la base de tantas obras y que Cranach continuará buscando durante toda su experiencia artística.

Carlos Martínez Calleja.

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